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    LAS MENINAS

    LAS MENINAS
    Por Nacho Ares

    nachoares70@gmail.com / www.nachoares.com

    Las Meninas o La Familia de Felipe IV es una complejísima estructura pictórica, humana y mágica que en sí misma define el lado más insólito de nuestro pintor más universal. La interpretación de la obra cumbre del sevillano Diego Velázquez da Silva (1599-1660) ha vuelto loco a más de un crítico. El propio Pablo Picasso se encerró en su estudio de Cannes en 1957 y no salió de él hasta conseguir dar con la clave del cuadro: saber dónde se encontraba cada una de las figuras. Y, aun así, tampoco estaba muy convencido de haberlo conseguido. Por ello, después de él otros expertos se han acercado a Las Meninas con el fin de realizar la autopsia definitiva de este extraño cuadro.

    Hoy sabemos hasta el lugar exacto en donde fue pintado el cuadro, un salón de la esquina sureste de la planta baja del antiguo Alcázar de los Austrias de Madrid, destruido en un incendio ocurrido el día de Navidad de 1734.

    A la izquierda del conjunto podemos ver a un rejuvenecido Velázquez delante del enorme lienzo que supuestamente está dibujando. Más a la derecha, a la izquierda del pintor, se encuentra la primera menina o dama de honor, María Antonia Sarmiento, que ofrece un búcaro con agua a la Infanta Margarita María de Austria, hija de Felipe IV y Mariana de Austria, representados en el espejo que hay en el fondo de la estancia, entre las dos puertas. A la derecha del espejo se abre una puerta que deja ver a José Nieto, Aposentador de la Reina o Sargatanas. A la derecha de la Infanta se encuentra la segunda menina, Isabel de Velasco. Detrás de ella nos encontramos con Marcela de Ulloa, Dama de Compañía de la Infanta, que charla amigablemente con un hombre, quizás Diego Ruiz de Ancona, futuro albacea del testamento del pintor. En el extremo derecho del cuadro, bajo la ventana, descubrimos a la enana Mari Bárbola con un vestido verde oscuro y al enano Nicolasito de Pertusato quien juguetea con un enorme y tranquilo mastín, llamado León.

    El éxito de Velázquez estriba en haber conseguido engañar totalmente al espectador. Nada de lo que parece es real y, como decía Picasso, es un verdadero quebradero de cabeza saber qué lugar en el espacio es el que tiene cada uno de los diez personajes representados en este cuadro.
    El catedrático de Perspectiva e ingeniero de caminos, Ángel del Campo Francés, publicó en el año 1978 un magnífico tratado sobre este cuadro. Bajo el título de La Magia de las Meninas (Madrid 1978) este catedrático señalaba que la solución al problema planteado por el cuadro yacía en el empleo de seis espejos, lo que explica la extraña posición en el espacio interior de la pintura tanto de Velázquez, la Infanta, las Meninas y los reyes reflejados en el espejo, que al contrario de lo que siempre se había dicho no eran los personajes dibujados sobre el lienzo que tiene ante sí Velázquez.
    Cinco años antes, el profesor Jacques Lassaigne publicaba un magnífico tratado sobre el cuadro en el que aportaba una de sus verdaderas claves. En Les Ménines (Lausana 1973) Lassaigne demostraba el significado mágico de la obra afirmando que todo el conjunto era en realidad una representación mágica y protectora de la constelación Corona Borealis en cuyo centro destacaba la Infanta Margarita. Si unimos el corazón de las figuras de Velázquez, María Agustina Sarmiento, la Infanta Margarita, Isabel de Velasco y José Nieto, reconstruimos esta constelación cuya finalidad está enfocada claramente a la protección de la Infanta. Precisamente, la estrella más brillante de Corona Borealis, la misma que ocupa la Infanta, se llama curiosamente Margarita.

    Del Campo fue más allá y siguiendo la investigación iniciada poco antes por Lassaigne pudo precisar que en Las Meninas la constelación de Capricornio también desempeñaba un marcado papel protector. Efectivamente, si unimos las cabezas de los personajes del cuadro, incluyendo hasta el perro, obtenemos el símbolo de esta constelación cuyo círculo encierra y protege la representación de los reyes en el espejo del fondo del salón. Ángel del Campo lo relaciona a un homenaje de Velázquez a la reina Mariana de Austria. Precisamente por la luz existente en el cuadro y a sabiendas de la ubicación del salón en el antiguo Alcázar de los Austrias, se ha podido saber que seguramente el cuadro fue pintado poco después de las 17 horas del 23 de diciembre de 1656, fecha del cumpleaños de la reina.
    Velázquez no debió de tardar más de dos horas en realizar el boceto inicial marcando las zonas luminosas sobre el que luego desarrolló la escena.
    Velázquez, además de ser pintor de cámara y amigo íntimo de Felipe IV, también desempeñó la labor de Ayuda de Cámara y Aposentador Real, lo que le daba libre acceso a la biblioteca del monarca. A su muerte en 1660, junto a tratados de pintura y otras artes, en los aposentos del pintor aparecieron obras de Euclides, Leonardo da Vinci, el astrónomo Jerónimo de Chaves. Había además 16 libros de geometría, 12 más de otras ramas matemáticas, 30 de arquitectura y construcción, 14 sobre astronomía y cosmografía, y 9 sobre astrología. En total, 154 libros de los que más de 100 eran de ciencias. Si a esto sumamos los cinco telescopios aparecidos en sus aposentos después de su fallecimiento nadie se sorprenderá de que una de las grandes aficiones de Velázquez, según sus contemporáneos, era subir por las noches a la torre del Alcázar para observar las estrellas. No es extraño entonces que Las Meninas escondan tras de sí un complicado horóscopo.